En los últimos 15 años la comunidad internacional ha aceptado un conjunto de Objetivos, Metas y Convenios que constituyen los propósitos que la humanidad se ha propuesto cumplir en los próximos decenios del siglo. En primer término, La Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático (1991); las metas acordadas en la Asamblea de la ONU de Río de Janeiro sobre la protección del medio ambiente (1992); El Convenio sobre Diversidad Biológica (1992); El Plan de Acción de la Conferencia sobre Población y Desarrollo (1994); Los Objetivos del Desarrollo del Milenio de la ONU (2000); el Protocolo de Kyoto (2002) y la reunión de Bangkok (2008); La Convención de la ONU de Lucha contra la Desertificación y la Sequía (2003); y, se deben agregar, también las aportaciones académicas en esta materia como los trabajos del Premio Nobel Amartya Sen, del profesor Jeffrey Sachs y el libro de IIAS, “El Mundo que Queremos Alcanzar” 2005.
Por otra parte, existen conflictos y situaciones violentas en distintas partes del mundo que las instituciones supranacionales y los gobiernos de países deben eliminar. Nos referimos a las circunstancias críticas que se han presentado en Colombia, Kosovo, Líbano, la Franja de Gaza, Israel, Palestina y Siria, el país Kurdo, Afganistán, Irak, los países del Cuerno de África (Etiopía, Eritrea y Somalia), Darfur, Zimbabue, Chad, República Centro Africana, El Delta del Níger, Sri Lanka, Cachemira, El Tíbet, etc.
Es un hecho que a pesar del progreso alcanzado y de los éxitos aislados que las propias Naciones Unidas nos han dado a conocer, los objetivos globales y sus metas están lejos de ser cumplidos. En algunos casos ha habido retrocesos, por ejemplo, el crecimiento de la brecha de riqueza entre naciones y la desigualdad entre grupos sociales al interior de muchos países. Lejos está también, el cumplimiento de los propósitos sobre los temas de protección al medio ambiente y el desarrollo sostenible.
Para avanzar se requiere como condición sine qua non, la existencia de buenos gobiernos nacionales orientados hacia el bien común, y la existencia de administraciones públicas competentes que apoyen a sus gobiernos. Los hombres y las mujeres que trabajan en las instituciones son, en última instancia, quienes deben lograr que los programas se cumplan eficientemente, que los resultados se alcancen y que los organismos funcionen apropiadamente. A esos hombres y mujeres que integran las administraciones en todos los órdenes les hemos llamado: El Factor Humano. Para conseguir los resultados que la humanidad se ha propuesto, en los próximos diez o quince años, es indispensable mejorar el perfil de los servidores públicos locales, nacionales e internacionales.
En Iberoamérica y El Caribe se estudió la situación que guarda actualmente la educación superior. Es difícil aspirar a un competente servicio civil en Latinoamérica si la calidad de la educación superior es inferior a otras regiones del mundo. Se llegó a la conclusión de que la educación superior de América Latina no tiene el grado de internacionalización que exige el mundo globalizado de hoy ni prepara, en general, a graduados que tengan la vocación y los instrumentos para hacer frente al combate a la pobreza, al mejoramiento de la alimentación y la salud, a la protección del medio ambiente y al desarrollo sustentable para una vida mejor.
En otra sección del trabajo se discute el grave problema de la fuga de talentos (brain drain) y sus consecuencias para la región. Se estudió comparativamente el tema del estado actual del servicio civil en los países latinoamericanos. El resultado es que deja mucho que desear la política de desarrollo de recursos humanos en la mayoría de los países. Por el contrario, el servicio diplomático en los grandes países de América Latina está bien organizado y tiene una elevada calidad humana y de formación. Sin embargo, resulta muy claro que los diplomáticos iberoamericanos y de El Caribe no consideran como su responsabilidad directa alcanzar los objetivos de la humanidad a los que se ha hecho referencia. En consecuencia se hacen necesarios algunos cambios a sus programas de capacitación.
¿Sobre quienes recae la responsabilidad de cumplir en tiempo los propósitos globales aprobados para la región latinoamericana?. En primer lugar, naturalmente, sobre la clase política dirigente en cada nación y en cada localidad. En segundo lugar, sobre los servidores públicos que trabajan en las instituciones nacionales y regionales. Sin embargo, a menos que haya un cambio en el perfil de los servidores públicos las acciones seguirán marchando tan lentamente como hasta ahora.
El trabajo concluye con la propuesta de crear un grupo de mérito o un grupo de élite entre los servidores públicos de cada país latinoamericano cuya responsabilidad directa y principal sea vigilar el cumplimiento de los grandes propósitos de la humanidad mediante la elaboración de políticas públicas adecuadas, pero sobretodo a través de una permanente actitud de honestidad, de ética pública, de servicio al bien común y al interés general.
La formación de los futuros miembros de estos grupos de mérito, requerirá modificaciones de fondo a los vigentes paradigmas de capacitación y formación de los servidores públicos de alto nivel.